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El origen de las formas expresivas en Internet y los Nuevos Medios

22 Ene

Es evidente y de sobra conocido por todos que Internet y los Nuevos Medios han propiciado una inmensa variedad de nuevas formas expresivas, paralelas al desarrollo de sistemas o nuevas tecnologías que posibilitan la transmisión de información, que vienen siendo aglutinadas bajo el complejo concepto de la comunicación multimedia. Y es, precisamente, en lo complicado del término donde debemos detenernos y poner el centro de atención, pues señala que nos encontramos ante un conjunto de elementos inmiscuidos en un proceso evolutivo que no puede ser definido únicamente por su resultado, esto es, los nuevos modos de comunicación, sino que remite a todos los agentes que en él intervienen y que han de ser analizados individualmente.

Al partir de la relación entre la comunicación alumbrada por los Nuevos Medios e Internet con el amplio conjunto de aplicaciones tecnológicas, estamos haciendo referencia a la llamada convergencia, es decir, al trasvase de información digitalizada y estandarizada de un medio o dispositivo a otro para su consumo específico por parte del usuario. Una asociación beneficiosa entre los Medios de Comunicación y las industrias informáticas y de telecomunicaciones con múltiples oportunidades de negocio aún por explorar. Es decir, la representación de un ciclo que trastoca el modelo económico, productivo y social hasta ahora conocido en la industria cultural que, tras su aparición, urge a la creación de más y mejorados servicios, nuevos y especializados profesionales y distintas formas de narratividad capaces de satisfacer las necesidades de exigentes consumidores de contenidos.

En este contexto, quizá, lo más llamativo sea la actividad que en este tipo de comunicación despliega el receptor, quien se apropia de la tecnología dada y le otorga un uso concreto, en absoluto determinado por la industria. Será entonces el mismo usuario el que a partir de la inabarcable base de datos que supone Internet seleccione, analice y componga su propio discurso, dando cuenta inconsciente y arbitrariamente de la fragmentación de las audiencias conocidas antaño como masas. Se convierte así en un objeto de estudio difícilmente observable en las actuales investigaciones. Sin embargo, su actividad no termina ahí, sino que es posible que, con algunas modificaciones y ampliaciones del producto original, se atreva a difundirlo empleando redes sociales o blogs, por ejemplo, convirtiéndose de este modo en un prosumer, es decir, un usuario que consume y produce información. Tampoco debemos olvidar el notorio carácter social del establecimiento de redes sociales, como fenómeno que populariza la aparición y consolidación de consorcios de sujetos con intereses y expectativas comunes. Incluso la llamada a una colectivización de la creatividad, es decir, un impulso que reclama la transformación del modelo de gestión de derechos de autor por otro en el que el conocimiento sea compartido sin límites.

Paralelamente y atendiendo a su extraordinaria capacidad como contenedor de novedosas experiencias narrativas que rompen la estructura tradicional en la configuración de relatos, a lo que hay que añadir la interactividad, obtenemos las infinitas posibilidades del relato hipermedia.

Por tanto, parece imprescindible la puesta en marcha de los profesionales de los medios de comunicación, apurando la adaptación de sus empresas a las actuales circunstancias que requerirán grandes inversiones de capital y talento innovador para acortar las distancias con su público, reducir costes de producción y distribución, pues a día de hoy el modelo de negocio no resulta claro. Las empresas mediáticas deberán contar con profesionales multidisciplinares que produzcan contenidos y aplicaciones que permitan incorporar utilidades y valor añadido con cabida en diversos soportes, dado que la convergencia se activa bajo distintas circunstancias y modos de consumo multiplataforma o multitarea del usuario.

Finalmente es preciso enfatizar que estos Nuevos Medios y sus sistemas de representación propios poseen fronteras poco definidas, puesto que parecen emerger a lo largo un continuo proceso cíclico de transformación y ajuste en todos los niveles.